Un "De orden"
Como ciudadano dominicano que ejerce su derecho al voto, cumple con sus obligaciones tributarias y participa activamente de la vida pública y social del país, considero que es mi deber y mi derecho expresar mi perspectiva sobre la situación que actualmente agobia a nuestra nación. Dentro del marco del respeto democrático y el ejercicio legítimo de la libertad de expresión, me veo en la necesidad de utilizar esta tribuna pública de opinión para manifestar mi pensar sobre el rumbo que ha tomado el país bajo la gestión del Partido Revolucionario Moderno.
No escribo desde la comodidad de una columna periodística ni desde el privilegio de un medio tradicional, sino desde la experiencia directa de quien vive día a día las consecuencias de las decisiones políticas que se toman desde el poder. Es desde esa trinchera ciudadana, desde esa realidad compartida por millones de dominicanos, que surge esta reflexión crítica pero constructiva sobre el estado actual de nuestra República.
El ejercicio democrático no se agota en el voto cada cuatro años; incluye también el derecho inalienable a evaluar, cuestionar y expresar nuestro desacuerdo cuando consideramos que quienes elegimos no están cumpliendo con las expectativas depositadas en ellos. Es precisamente en ese marco de responsabilidad ciudadana que se inscribe este análisis del llamado "cambio" que prometió el PRM y que, cinco años después, ha resultado ser todo lo contrario a lo que esperábamos.
La Llegada al Poder: Un Voto de Castigo, No de Esperanza
Para entender la frustración actual, es crucial recordar cómo el PRM se hizo con el poder. Cuando Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno llegaron al poder en agosto de 2020, lo hicieron montados en una ola de descontento ciudadano que había alcanzado su punto de ebullición. No fue producto de una campaña arrolladora ni de un enamoramiento popular con su proyecto. Fue, en gran medida, el resultado de un "voto castigo" hacia un Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que, después de casi dos décadas de gobierno ininterrumpido, había agotado su ciclo político y enfrentaba serios cuestionamientos por casos de corrupción.
El PLD, que había reconstruido la República Dominicana desde sus cenizas tras décadas de turbulencia política y logrado innegables avances en infraestructura y estabilidad macroeconómica, finalmente había llegado a ese momento inevitable en la democracia: el agotamiento del poder. Su gestión se vio empañada por un ciclo de desgaste, denuncias de corrupción y una creciente desconexión con la ciudadanía. Los ciudadanos, independientemente de los logros alcanzados durante las gestiones de Leonel Fernández y Danilo Medina, habían decidido que era hora de un cambio.
La sociedad dominicana, cansada de la repetitiva estructura de poder, clamaba por una cara diferente. La narrativa del "cambio necesario" se había instalado en el imaginario colectivo. El PLD, además, llegó a las elecciones de 2020 fatalmente fracturado, con la salida de su líder histórico Leonel Fernández para formar la Fuerza del Pueblo. La candidatura de Gonzalo Castillo, sucesor de Danilo Medina, no logró ilusionar a un electorado que ya había interiorizado esa narrativa del cambio, y ni siquiera un candidato tan preparado podía competir contra esa corriente.
En ese espacio social y psicológico irrumpió Luis Abinader. Consciente del hartazgo ciudadano y sin hacer mucha campaña debido a las restricciones de la pandemia, supo capitalizar ese momento histórico y el descontento popular. La pandemia de COVID-19, con sus restricciones y cuarentenas, limitó las actividades políticas tradicionales, pero el sentimiento de cambio era tan fuerte que no necesitó de grandes movilizaciones. Abinader ganó de manera avasalladora (54% a 37%), no porque su propuesta fuera la más detallada ni porque fuera necesariamente el candidato de las mejores propuestas, sino porque representaba la única alternativa viable para sacar del poder a quienes la gente había decidido castigar. Era, en esencia, el candidato del momento.
Cinco Años Después: El Balance Devastador
Pero cinco años después, ¿qué ha pasado con ese "cambio" tanto prometido? La realidad es que el PRM ha cumplido su promesa de cambio, pero lamentablemente para mal. Un repaso punto por punto de sus "logros" revela un retroceso sistemático en prácticamente todas las áreas fundamentales para el desarrollo nacional:
1. El Sector Eléctrico: De la Luz Continua a los Apagones Masivos
El PLD entregó un sector eléctrico sin apagones generalizados, respaldado por proyectos estratégicos como Punta Catalina, que sumó 752 MW de capacidad. Danilo Medina afirmó que "si se hubiesen construido esas dos plantas, hoy no hubiese apagones en la República Dominicana". Sin embargo, bajo la gestión de Abinader, los dominicanos han regresado a los tiempos oscuros de los apagones programados y las interrupciones constantes del servicio eléctrico.
República Dominicana ha sufrido constantes interrupciones en el suministro eléctrico, con apagones prolongados que en algunos casos han llegado hasta 12 horas diarias. La situación ha llegado a tal extremo que el presidente Abinader reconoció que los apagones son "odiosos" y que su administración está consciente de que tienen una situación eléctrica. Pero reconocer el problema no es lo mismo que solucionarlo.
2. Los Subsidios Eléctricos: De 500 a 1,800 Millones de Dólares
Uno de los aspectos más alarmantes de esta gestión ha sido el explosivo crecimiento de los subsidios eléctricos. En 2019, el subsidio eléctrico representaba el 0.67% del PIB, mientras que en 2024 creció al 1.3% del PIB, duplicando su impacto en las finanzas públicas. El déficit financiero del sector eléctrico se disparó de US$589 millones en 2019 a más de US$1,500 millones en 2024.
Esta explosión del gasto no se tradujo en mejor servicio. Al contrario, entre 2021 y 2024, las tarifas eléctricas aumentaron un 36.27% para los hogares y un 44.4% para las PYMES, impactando negativamente a familias y negocios, sin mejoras perceptibles en el servicio.
3. La Infraestructura Educativa: Del Liderazgo al Abandono
Durante los gobiernos del PLD, especialmente bajo Danilo Medina, la construcción de aulas fue récord histórico. Alrededor de 43 aulas por cada 100 construidas durante los 54 años de gobiernos democráticos en la República Dominicana, corresponden al Presidente Medina. La "Revolución Educativa" de Medina no solo construyó infraestructura, sino que implementó la tanda extendida y garantizó alimentación escolar para millones de estudiantes.
Medina denunció que su gestión dejó 11,000 aulas escolares en construcción, muchas de las cuales no han sido terminadas, lo que ha provocado el actual déficit de infraestructura educativa en el país. En cinco años de gestión de Abinader, se han completado apenas 1,057 escuelas, muchas de las cuales ya estaban en más del 60% de construcción al iniciar su mandato.
4. Los Programas Sociales: Desmantelamiento Sistemático
El gobierno anterior había logrado crear programas exitosos que fueron sistemáticamente desmantelados:
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El Programa de Medicamentos de Alto Costo, que atendía a quienes más lo necesitaban, fue convertido en un simple departamento del Ministerio de Salud Pública, dejando a miles de pacientes sin acceso a tratamientos vitales.
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El Plan de Alfabetización de Adultos, que tenía al país a punto y medio de estar libre del analfabetismo, fue eliminado completamente.
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El sistema de auxilio en autopistas y carreteras, que funcionaba eficientemente, prácticamente desapareció.
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El Sistema 911, que funcionaba a toda capacidad, ahora opera a media máquina.
5. El Endeudamiento: Una Bomba de Tiempo
Durante los gobiernos del PLD se logró mantener la estabilidad macroeconómica y el crecimiento del PIB. El PLD entregó una deuda en dólares de no más de 25 mil millones de dólares. Sin embargo, se estima que la actual administración ha tomado casi 50 mil millones en préstamos, duplicando prácticamente el endeudamiento del país.
6. El Fraude Millonario de SENASA: El Colmo de la Ineptitud y Corrupción
Si había dudas sobre la profundidad de la crisis administrativa del PRM, el escándalo de SENASA las ha disipado completamente. Una red de corrupción y contratos irregulares ha puesto al Seguro Nacional de Salud en una crisis financiera sin precedentes, con un déficit creciente y servicios cada vez más deficientes para millones de afiliados. Durante al menos cuatro años se desarrolló un esquema fraudulento que drenó recursos y debilitó la gobernanza de la principal aseguradora pública.
El período a revisar comprende la gestión de Mercedes Rodríguez Silver, titular de la entidad entre 2018-2020, y la de Santiago Hazim, quien la dirigió entre 2020-2025, con una debacle financiera que supera los 3,372 millones de pesos. Pero lo más indignante no es solo la magnitud del fraude, sino la forma en que el presidente Abinader ha manejado la situación.
Santiago Hazim, hasta hace poco director ejecutivo de Senasa y figura clave en la estructura política del PRM. Ortopedista de profesión, Hazim encabezó la Organización Luis Abinader (OLA), el llamado "sector externo" que resultó determinante en las victorias electorales de 2020 y 2024. Era, en pocas palabras, uno de los hombres más cercanos al presidente, lo que hace aún más grave la situación.
El ex ministro de Salud y dirigente de la Fuerza del Pueblo, Bautista Rojas, no se ha guardado nada al respecto: "Él le mintió al país dos veces, primero acusando a la oposición de un hecho que esa no era la idea… y posteriormente sale con la historia de que él conocía el fraude, un fraude que va bastante lejos". Rojas denunció que Abinader sabía desde noviembre de 2024 que había problemas financieros en SENASA, pero lo ocultó al país.
Organizaciones como la Convergencia Nacional contra el Robo de la Seguridad Social sometieron ante la Procuraduría a varios ex gerentes y directores de SENASA por la supuesta sustracción fraudulenta de aproximadamente 9,059 millones de pesos mediante transacciones falsas que hacían constar prestaciones médicas y farmacéuticas ficticias.
Pero quizás lo más revelador de todo este escándalo es la percepción que ha generado en la opinión pública. Como señala Bautista Rojas: "ya el tema de la corrupción en nuestro país está llegando más lejos de lo que nosotros podíamos imaginar... probablemente sea el gobierno más corrupto de la historia de la República Dominicana".
La ARS SENASA, cuyos niveles de eficiencia y prestigio eran incuestionables hasta la llegada del Dr. Santiago Hazim, ha sido víctima de un esquema de saqueo que la han colocado en la quiebra técnica, imposibilitando el pago de sus compromisos a prestadores de servicios reales y de realizar las coberturas médicas de sus más de 7 millones 500 mil afiliados.
La Indignación de un Pueblo Traicionado
¿Cómo es posible que después de cinco años de gobierno, con supuestamente menos corrupción y más recursos disponibles, el país esté peor en prácticamente todos los indicadores fundamentales? La respuesta es dolorosa pero clara: el PRM llegó al poder sin un plan real de gobierno, montado únicamente en la ola del descontento popular.
"Es cierto, había menos apagones en el período de Danilo Medina, y eso que mi primer voto fue por Luis Abinader", confesó un ciudadano, reflejando el sentimiento de arrepentimiento que se extiende por todo el país. Los ciudadanos expresaron que "retrocedimos 21 años" en términos del servicio eléctrico.
El caso más emblemático de este retroceso es el del Aeropuerto Internacional de Las Américas (AILA), donde los apagones de más de 6 horas se han vuelto rutinarios, afectando la imagen internacional del país y demostrando que ni siquiera los servicios más críticos están exentos de esta crisis.
El PLD, a pesar de sus errores y excesos al final de su mandato, entregó un país con infraestructura sólida: túneles, elevados, pasos a desnivel, un sistema eléctrico estable, programas sociales funcionando, y una estructura institucional robusta. Medina aseguró que "no existe punto de comparación entre la obra de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana y la gestión actual".
En la capital, no se ha construido una sola vía de desahogo nueva. Los campos han sido abandonados, dejando a cientos de cooperativas y asociaciones agropecuarias sin apoyo. El sistema de salud está en crisis, la educación se deteriora, y los servicios básicos se han convertido en un lujo inaccesible para muchos dominicanos.
La Narrativa del "Presidente Inocente": Un Cuento que ya Nadie se Cree
La pretensión de que un empresario exitoso, que construyó un imperio hotelero y que llegó a la presidencia con la experiencia de haber manejado grandes corporaciones, sea completamente ajeno a lo que sucede en su propia administración es, sencillamente, insostenible. ¿Cómo puede alguien que viene del mundo empresarial, donde cada centavo se controla y cada decisión se supervisa, ser completamente ignorante de los desfalcos millonarios que ocurren bajo su mandato?
Lo más indignante de esta narrativa es la flagrante doble moral que representa. Las mismas voces que hoy defienden la "inocencia" de Abinader y lo desvinculan de los actos de corrupción de sus funcionarios más cercanos, fueron las primeras en hacer responsable a Danilo Medina por los escándalos de sus hermanos y colaboradores. Durante el gobierno del PLD, no había matices: si había corrupción en el entorno presidencial, la responsabilidad era directa e indiscutible del mandatario.
Cuando se habló de los casos que involucraron a familiares o allegados de Danilo Medina, nadie aceptó la excusa de que "él no sabía" o que "tenía buenas intenciones pero no lo ayudaban". La línea era clara: el presidente es responsable de lo que pasa en su gobierno, punto. Esa era la vara con la que se medía la responsabilidad política, y con esa misma vara debería medirse hoy.
¿Qué ha cambiado? ¿Por qué Santiago Hazim, figura clave del PRM y director de la Organización Luis Abinader (OLA), puede defraudar miles de millones en SENASA y el presidente sale "inocente", pero cuando había problemas en el gobierno anterior, la responsabilidad era automáticamente del mandatario? La respuesta es simple: conveniencia política disfrazada de análisis objetivo.
El fenómeno se ha vuelto tan recurrente que la población ha comenzado a burlarse abiertamente de esta narrativa defensiva. En redes sociales proliferan las burlas hacia quienes insisten en repetir la misma cantinela justificatoria, evidenciando el hartazgo ciudadano ante los intentos sistemáticos de exonerar al mandatario de toda culpa.
Toy rifando una pecozá y el próximo que diga "Abinader tiene buenas intenciones pero no lo ayudan" se la va a ganar.
— Julio Santana (@santana_jcss) September 18, 2025
Pero quizás lo más revelador es el testimonio de ciudadanos que inicialmente compraron esa narrativa y ahora reconocen su error. Personas que por años justificaron cada fracaso con la misma frase, hoy admiten que los apagones de cinco horas consecutivas -que no veían desde hace más de una década- ya no les permiten seguir justificando lo injustificable.
La pregunta fundamental es contundente: ¿cómo es posible que nada se haga sin que el presidente lo sepa, pero al mismo tiempo él nunca sepa nada de lo que está mal? La lógica es implacable: o sabe lo que pasa y es cómplice de los desastres, o verdaderamente no sabe y es un incompetente que no controla su propia administración. En cualquier caso, el resultado es el mismo: un país sumido en el retroceso y la crisis.
La narrativa del "presidente inocente" no es solo intelectualmente deshonesta, es una ofensa a la inteligencia de un pueblo que día a día vive las consecuencias de una gestión que prometía ser diferente y ha resultado ser peor que aquello que criticaba. Los dominicanos ya no se creen el cuento de la inocencia presidencial, porque la realidad habla más fuerte que cualquier narrativa defensiva.
El Verdadero Rostro del "Cambio"
La tragedia de esta gestión no radica solo en su incompetencia administrativa, sino en la oportunidad histórica desperdiciada. El PRM llegó al poder con una legitimidad incuestionable, con el respaldo de un pueblo que genuinamente quería un cambio para mejor. Tenían la oportunidad de construir sobre los logros del pasado y corregir los errores, pero optaron por el desmantelamiento y la improvisación.
Cinco años después, los dominicanos se enfrentan a una realidad amarga: votaron por el cambio y efectivamente lo obtuvieron, pero para mal. Los apagones han regresado, los servicios se han deteriorado, el costo de vida se ha disparado, y la promesa de un gobierno más eficiente y menos corrupto se ha desvanecido en la oscuridad de los constantes cortes de energía.
El arrepentimiento popular se ha manifestado de manera palpable. Una campaña espontánea de "Danilo, te pido perdón" o "te pedimos perdón" ha comenzado a circular, con ciudadanos que reconocen que no sabían lo que estaban eligiendo cuando votaron masivamente por Abinader (54% a 37% en 2020). Este reconocimiento público del error electoral es quizás el testimonio más doloroso del fracaso del "cambio" prometido.
La situación ha llegado a tal punto que el propio Danilo Medina, con la dignidad que lo caracteriza, ha rechazado participar en debates públicos con Abinader. "Es que tendría que humillarlo, y a un presidente en ejercicio no se le humilla", declaró el expresidente, mostrando una elegancia política que contrasta dramáticamente con la gestión de quien lo sucedió. Medina agregó que "no hay comparación posible entre lo que el presidente Abinader ha hecho y lo que ha hecho el Partido de la Liberación Dominicana".
La pregunta que resuena en cada hogar dominicano cuando se va la luz, cuando no llega el agua, cuando los medicamentos escasean, es simple pero devastadora: ¿valió la pena el cambio? La respuesta, después de cinco años de retroceso, es dolorosamente clara: el pueblo dominicano cambió un gobierno con problemas por uno que simplemente no sabe gobernar.
Este es el verdadero legado del PRM: haber convertido la esperanza de cambio en la nostalgia por lo que se tenía y se perdió.