El meme, el comentario y la revelación
Estaba viendo un meme sobre una iglesia particularmente grande —de esas construcciones que parecen querer tocar el cielo— cuando me topé con un comentario que me resultó curiosamente fuera de lugar. Entre las risas y el cachondeo típico de las redes, apareció ese personaje que todos conocemos: el antirreligioso de turno, ese que siente que debe cumplir su cuota social del día dejando claro su postura. "Yo no sé, pero yo veo eso y me da sueño", escribió.
Como era de esperarse, varias personas le señalaron lo obvio: nadie le había preguntado, era un meme, y francamente a nadie le importaba si a él le daba sueño la iglesia o no. Pero lo que me llevó a escribir esto no fue el comentario en sí —internet está lleno de opiniones no solicitadas— sino mi propia respuesta y lo que esta reveló.
Le contesté algo así como: "¿Sueño porque no eres de iglesia? A mí me aburren los gimnasios, pero nunca me atrevería a decir que es algo malo. Es solo una forma de la gente trabajar con sus tensiones y les resulta terapéutico, así es la iglesia para quienes creen en ella."
Y ahí me di cuenta de algo interesante.
El síndrome del "a mí me da sueño"
Este fenómeno va más allá de una simple opinión. Es cumplir con una cuota social de escepticismo. Al decir "a mí me da sueño", lo que realmente está comunicando es: "Soy una persona demasiado racional, moderna y escéptica como para caer en esas cosas. Pertenezco al bando de los que 'saben'."
No era una reflexión, era simplemente una forma de marcar distancia, de dejar claro que "yo no soy de esos". Es señalizar virtud ante su tribu, asegurarse de que los que también creen que la religión es un cuento lo vean y validen su postura.
El problema no es que no le interese; el problema es la incapacidad de imaginar por qué a otros sí podría importarles profundamente. Es una falta de empatía disfrazada de superioridad.
Los gimnasios como iglesias modernas
Y fue precisamente ahí cuando noté la ironía más deliciosa de todas: el comentarista era, según su perfil, un devoto del fitness. Y ahí está la contradicción hermosa y muy humana que quiero explorar.
Una contradicción que otros ya han documentado antes, como lo es el Efecto Dunning-Kruger: un fenómeno psicológico que describe cómo las personas que saben poco sobre un tema tienden a sobrevalorar dramáticamente su conocimiento. Es esa confianza irónica que surge precisamente de no saber lo suficiente como para reconocer todo lo que nos falta por aprender.
En términos simples, imagina que el conocimiento es como una isla. Cuando apenas estás aprendiendo, tu isla es tan pequeña que puedes ver toda su costa de un vistazo, y eso te hace pensar que ya conoces todo el territorio. Pero a medida que aprendes más, tu isla crece, y con ella crece también tu línea costera: la frontera entre lo que sabes y lo que no sabes. Paradójicamente, mientras más aprendes, más consciente te vuelves de tu propia ignorancia. Los verdaderos expertos suelen ser los más cautelosos al hacer afirmaciones absolutas, porque han navegado lo suficiente como para saber que el océano del desconocimiento es vasto.
En el caso de este usuario fitness, su experticia en un área (el entrenamiento físico, la nutrición, la fisiología) aparentemente le hizo sentir que podía pronunciarse con la misma autoridad sobre otro campo completamente distinto (las creencias religiosas, la psicología de la fe, las complejidades culturales y personales detrás de la religión). Confundió saber mucho de un tema con entender todos, asumiendo que un asunto tan intrincado como la religión podía reducirse a una fórmula simple, cuando en realidad involucra historia, cultura, experiencia personal, necesidades psicológicas, identidad comunitaria y muchísimos otros factores que no pueden despacharse con un par de sentencias categóricas.
Porque, si lo analizas fríamente, el gimnasio funciona para muchas personas exactamente como una religión secular:
- Tiene rituales y disciplina: Ir tres veces por semana, seguir la rutina sagrada, respetar los días de descanso. En la iglesia hay misa y oraciones; en el gym está la liturgia de "pecho y bíceps los lunes" y el ritual de preparar el batido de proteínas.
- Tiene una comunidad de creyentes: Gente que comparte valores, se anima mutuamente, y se reconoce como parte de algo más grande. La parroquia tiene sus feligreses; el box de CrossFit tiene su "tribu". Ambos usan un lenguaje de pertenencia y pueden volverse igual de sectarios.
- Tiene figuras de autoridad: Entrenadores personales que te guían, influencers fitness que sigues religiosamente, gurús del bienestar que dictan la verdad.
- Tiene dogmas: Debates apasionados sobre si el cardio antes o después, si las pesas libres son superiores a las máquinas, si el ayuno intermitente es el camino verdadero. La religión tiene mandamientos; el fitness tiene sus dogmas: "No pain, no gain", "come limpio", "la disciplina por encima de todo". Romper estas reglas es un pecado que se paga con culpa.
- Tiene sectarismo: CrossFitters vs. powerlifters vs. corredores. Cada grupo convencido de que su forma es la mejor.
- Promete transformación: No es salvación espiritual, pero la promesa de un "nuevo tú" está ahí, igual de poderosa. La iglesia promete la vida eterna; el gimnasio promete la "mejor versión de ti mismo", la salud perpetua y un cuerpo que es, en esencia, un templo.
| Característica | Religión | Cultura del Gimnasio / Fitness |
|---|---|---|
| Rituales | Misa, oración, cantos. | Rutinas de ejercicio, tomar batidos de proteína, calentar y estirar. |
| Comunidad | Congregación, hermandad. | Miembros del gimnasio, clases grupales, comunidades en línea. |
| Líderes/Guías | Sacerdotes, pastores, guías espirituales. | Entrenadores personales, gurús del fitness, influencers. |
| Doctrina/Dogma | Textos sagrados, mandamientos. | Dietas específicas (keto, veganismo), métodos de entrenamiento (CrossFit, calistenia), la idea de "no pain, no gain". |
| Sentido de Propósito | Salvación, iluminación espiritual, conexión con lo divino. | Automejora, salud, longevidad, alcanzar un ideal estético. |
| Terapéutico | Paz interior, consuelo, manejo de tensiones y culpas. | Liberación de estrés, endorfinas, superación personal, control sobre el propio cuerpo. |
| Proselitismo | Evangelización, misiones. | Animar constantemente a otros a unirse a su estilo de vida, publicar "progress pics", criticar a quienes no son "saludables". |
La ceguera del sesgo
Lo fascinante es que muchas personas del mundo fitness —como el usuario que comentó— no pueden ver este paralelo. Criticarán la religión por ser dogmática, por tener rituales "sin sentido", por crear comunidades cerradas, sin darse cuenta de que ellos mismos participan en estructuras casi idénticas.
Y no lo digo para criticar el gimnasio. Al contrario. Creo que es maravilloso que las personas encuentren espacios que les den estructura, propósito, comunidad y bienestar, ya sea en una iglesia, un gimnasio, un club de lectura o una comunidad de gamers.
Lo curioso es cómo el sesgo actúa en silencio. El antirreligioso del meme no notó que su desdén hacia la iglesia es tan emocional como la fe de los creyentes. Creyó estar siendo racional, cuando en realidad estaba defendiendo su propio templo, su propio dogma de "no creer".
Lo que me resulta curioso es nuestra incapacidad de reconocer que lo que funciona para nosotros es simplemente nuestra versión de lo que otros encuentran en lugares diferentes. Solo estamos viendo nuestro reflejo en el espejo del otro.
El evangelista ateo
Ya he comentado en otros articulos esa necesidad humana imperiosa- sin importar religión o gustos- en convertir a otros, que tenemos todos, pero hay algo profundamente irónico en sentir la necesidad de declarar tu ateísmo o tu desinterés por la religión en cada oportunidad, incluso cuando nadie te preguntó.
El sociólogo Émile Durkheim ya lo advertía: las sociedades seculares no eliminan la necesidad de rituales y creencias. Simplemente, las desplazan. Hoy, el gimnasio, el activismo político o incluso el consumo de ciertas marcas pueden funcionar como religiones civiles. Y, al igual que con la religión tradicional, sus seguidores más acérrimos pueden volverse dogmáticos, en el peor de los casos, evangelista de la "vida sin Dios".
Por lo tanto es como si pareciera que estos "evangelistas ateos" —y los pongo entre comillas porque no todos los ateos hacen esto, obviamente— no pudieran ver que están haciendo exactamente lo que critican:
- Imponer su visión en espacios donde no era necesario,
- Tratar de convertir a otros a su forma de pensar,
- Señalizar virtud ante su tribu.
"Mira, yo sí soy ilustrado, a mí me da sueño la iglesia."
Es una forma de elevar el propio ego disfrazada de crítica social, pero dependiendo de un gimnasio para su paz mental.
La lección (si es que hay una)
Tal vez la verdadera madurez está en reconocer que todos necesitamos algo. Algunos encuentran su centro en la oración matutina, otros en la sesión de pesas de las 6 AM. Algunos hallan comunidad en un coro de iglesia, otros en su clase de spinning. Algunos buscan trascendencia en textos sagrados, otros en superar su marca personal de sentadilla.
La iglesia, el gimnasio, la política, la espiritualidad, el arte, incluso los memes: cada uno encuentra en su espacio una forma de procesar la vida. Lo importante no es si ese espacio es "verdadero" o "superior", sino si le ayuda a alguien a vivir mejor, con un poco más de paz o propósito.
Y todos, absolutamente todos, somos un poco sectarios con lo nuestro. Todos pensamos que nuestra forma de lidiar con la existencia es ligeramente superior. Todos evangelizamos, aunque sea sutilmente, lo que nos funciona.
La diferencia está en si podemos ver más allá de nuestro sesgo. En si podemos reconocer que tu gimnasio y mi iglesia —o tu iglesia y mi gimnasio, o tu arte y mi meditación— son solo diferentes caminos hacia las mismas necesidades humanas básicas: propósito, comunidad, estructura, y la sensación de que somos parte de algo más grande que nosotros mismos.
Un poco más de "vive y deja vivir"
Así que la próxima vez que sientas la urgencia de declarar que algo "te da sueño", pregúntate:
- ¿Alguien me lo preguntó?
- ¿Mi opinión añade algo útil a la conversación?
- ¿Estoy buscando validación o realmente quiero contribuir?
- ¿Hay algo en mi vida que para otros probablemente sea igual de aburrido, pero que para mí es vital?
La respuesta, casi siempre, es sí.
Al final, tanto el creyente en la iglesia como el devoto del gym están buscando lo mismo: una forma de lidiar con sus tensiones, encontrar un poco de paz y conectar con algo más grande que ellos mismos. Y entender eso, sin duda, es mucho más interesante que tener sueño.
Quizás descubras que el silencio también es una forma de inteligencia. Y que, a veces, la mejor manera de criticar el mundo es vivir de acuerdo con tus valores, sin necesidad de imponérselos a los demás.
